Alicia nos permite adentrarnos a su mundo, viajamos en el diario de su vida y de su interior. La conocemos, nos hace emocionar y entrar en empat&iacute;a con la historia de la ni&ntilde;a, la adolescente y la mujer. Las im&aacute;genes, con las que en ciertos momentos describe sus emociones, se sienten tangibles a trav&eacute;s de las l&iacute;neas: &laquo;Siempre describo esa sensaci&oacute;n como que est&aacute;s cubierto de pl&aacute;stico. Ocurre algo gracioso y r&iacute;es, pero no r&iacute;es t&uacute;, r&iacute;e ese pl&aacute;stico en el que te has envuelto y a trav&eacute;s del cual no sientes nada, absolutamente nada&raquo;.&nbsp;<br />A trav&eacute;s de su historia nos podemos leer a nosotros mismos y hacemos analog&iacute;as con nuestra propia historia, entramos en contacto con sus demonios interiores, con aquellas cosas que parecen tan personales pero que realmente nos pertenecen a todos. Viajamos a trav&eacute;s de su desarrollo interior, de su evoluci&oacute;n como ser humano, a trav&eacute;s de sus ca&iacute;das y de sus victorias.&nbsp;<br />Sus vivencias la llevan a tener una conciencia de la vida iluminante, a entender que las cosas pueden suceder y suceden m&aacute;s all&aacute; del control que queremos ejercer sobre ellas: &laquo;No tenemos el control, al menos no como creemos&raquo;. Alicia se coloca delante de su lector como un espejo, nos instiga a mirarnos adentro y as&iacute; podernos descubrir.&nbsp;<br />Alicia logra sobrepasar su sufrimiento y su depresi&oacute;n a trav&eacute;s de su autocomprensi&oacute;n, de su trabajo para conocerse a s&iacute; misma, realmente, sin velos, sin miedos y con sabidur&iacute;a, y consiguiendo as&iacute; su verdadera esencia, o como ella misma la llama: su estrella.