Este es el siglo de las dos singularidades: la singularidad económica (desempleo tecnológico) y la singularidad tecnológica (la explosión de la inteligencia). Ambas presentan enormes oportunidades y enormes desafíos. Si las manejamos con éxito, nuestro futuro como especie será más que maravilloso. Si fallamos, podría ser miserable, y quizás breve. El impulsor es la inteligencia artificial (IA), la tecnología más poderosa de la humanidad. El software que resuelve problemas y convierte los datos en valiosa información ya ha revolucionado nuestras vidas, y la revolución se está acelerando. En 2015, la inteligencia artificial ocupaba las primeras planas, y con justa razón. Se está acercando a un punto de inflexión en el que las máquinas pueden realizar mejor que nosotros muchas tareas que antes se consideraban exclusivamente humanas. Los sistemas de aprendizaje profundo están a punto de reconocer imágenes y comprender el lenguaje natural mejor que los humanos. El argumento de este libro es que debemos monitorear los cambios que están ocurriendo y adoptar políticas que fomenten los mejores resultados posibles. La gama de posibles resultados es amplia, desde los terribles hasta los maravillosos, y no están predeterminados. Serán seleccionados en parte por suerte, en parte por su propia lógica interna, pero en parte también por las políticas adoptadas en todos los niveles de la sociedad. La automatización y la superinteligencia son los dos desarrollos que ya podemos prever causarán grandes impactos. La automatización podría conducir a una singularidad económica y la evolución a un tipo de economía completamente diferente. Si nos equivocamos, una élite podría poseer los medios de producción y reprimir al resto de nosotros en un autoritario régimen tecnológico distópico. Si lo hacemos bien, podríamos disfrutar de una economía de abundancia radical, donde nadie tiene que trabajar para ganarse la vida, y todos somos libres para divert