El centro del mensaje cristiano es muy simple: Cristo Jesús. Una Persona, la Segunda de la Santísima Trinidad. En Él, el Amor que mueve el universo nos abraza y se nos hace abrazable; Jesús es la luz del amor divino que ilumina a todo hombre. Su amor es un fuego capaz de abrasar y encenderlo todo. “He venido a traer fuego, y cuanto desearía que ya estuviera ardiendo” (Lc 12, 49).
La vida le ha enseñado a aprender sobre la oración y la oración le ha enseñado a aprender de la vida. Es muy bonito y sencillo el método de oración que propone al final (muy próximo al de los santos), en el que la vida misma y los pasos casi se identifican naturalmente. Una forma de orar sencilla y con mucho fruto; experiencia de fe que va en camino. De cualquier manera es una experiencia que se propone para que cada uno pueda abrirse a su propio modo de encontrarse con Dios, y así iluminar su vida y encender el fuego del amor.