El ca&ntilde;onazo del crucero ingl&eacute;s hab&iacute;a retumbado por largo tiempo sobre las profundas aguas azules, que a la saz&oacute;n comenzaban a te&ntilde;irse con los primeros reflejos del alba, se&ntilde;alando as&iacute; la apertura de la pesca.<br />Cientos de barcas, tripuladas por numerosos hombres, casi enteramente desnudos, acud&iacute;an impelidas por los remos, desde las costas de la India y de la gran isla de Ceil&aacute;n. Todas se dirig&iacute;an hacia los famosos bancos de Manaar, en cuyas arenas, a&ntilde;o tras a&ntilde;o, anidan millones de ostras perl&iacute;feras y acuden enormes legiones d&eacute; tiburones feroc&iacute;simos para darse un hartazgo con la carne de los desdichados pescadores.