- Esta edici&oacute;n es &uacute;nica;<br />- La traducci&oacute;n es completamente original y se realiz&oacute; para el Ale. Mar. SAS;<br />- Todos los derechos reservados.<br /><br />&quot;Nunca se ha escrito nada m&aacute;s fino sobre la educaci&oacute;n del ni&ntilde;o. Este libro puede considerarse un cl&aacute;sico perfecto. Se&ntilde;ala el camino correcto, la gu&iacute;a para todos los padres y deber&iacute;a encontrar un lugar en cada hogar donde haya un ni&ntilde;o&quot;.<br />Para tener &eacute;xito en la crianza de los hijos, la primera condici&oacute;n es parecerse a un ni&ntilde;o. No significa influir en el ni&ntilde;o para que sea lo que nosotros mismos deseamos que sea, sino dejarse influir por lo que el propio ni&ntilde;o es. Educar a un ni&ntilde;o significa llevar su alma de la mano. A un ni&ntilde;o no se le deben dar &oacute;rdenes, pero hay que relacionarse con &eacute;l como con un adulto de forma cort&eacute;s para ense&ntilde;arle cortes&iacute;a.<br />Muchas personas defienden hoy en d&iacute;a las &quot;palizas&quot;, alegando que son medios de castigo m&aacute;s suaves que las consecuencias naturales de un acto; que las palizas tienen un mayor efecto en la memoria, que el efecto se hace permanente por asociaci&oacute;n de ideas. Las palizas tienen consecuencias peligrosas. Suelen hacer aflorar a&uacute;n m&aacute;s el sentimiento de verg&uuml;enza, aumentando la brutalidad o la cobard&iacute;a de la persona castigada. El m&aacute;s frecuente y el m&aacute;s peligroso de los muchos errores que se cometen en el trato con los ni&ntilde;os es que las personas no recuerdan c&oacute;mo se sent&iacute;an cuando ten&iacute;an su misma edad, no consideran ni comprenden los sentimientos del ni&ntilde;o desde su punto de vista pasado. Un ni&ntilde;o no cree en su coraz&oacute;n que los golpes se deb&iacute;an al amor, que se daban porque eran necesarios. El ni&ntilde;o sabe perfectamente que el deber no existe y que el amor puede expresarse de mejor manera. Los castigos f&iacute;sicos aumentan la decepci&oacute;n, no la moralidad; fortalecen las dos emociones, las ra&iacute;ces de casi todos los males del mundo, el odio y el miedo. Y mientras los golpes sean sin&oacute;nimo de educaci&oacute;n, ambas emociones no dejar&aacute;n de dominar a los hombres.Mientras la palabra &quot;golpes&quot; sea utilizada por todos en un hogar, los ni&ntilde;os nunca ser&aacute;n del todo sinceros. Mientras el hogar y la escuela utilicen este m&eacute;todo de educaci&oacute;n, la brutalidad se desarrollar&aacute; en el ni&ntilde;o a expensas de la humanidad. El ni&ntilde;o utiliza con los animales, con sus hermanos, con sus compa&ntilde;eros, los m&eacute;todos aplicados a s&iacute; mismo. Pone en pr&aacute;ctica el mismo argumento, que la &quot;maldad&quot; debe ser curada a golpes. S&oacute;lo los ni&ntilde;os que est&aacute;n acostumbrados a relacionarse con tacto, aprenden a ver que se puede influir en alguien sin usar la fuerza. Comprender esto es uno de los privilegios del hombre.<br />Es de suma importancia mostrar a los ni&ntilde;os una confianza plena e ilimitada, incluso manteniendo tranquilamente una actitud de vigilancia alerta; porque la desconfianza continua e inmerecida es tan desmoralizadora como la confianza ciega y f&aacute;cil. Cuando se tire la varita, y cuando se deje de limitar a los ni&ntilde;os, y se les den lupas y c&aacute;maras para aumentar su capacidad de vida y de amor, en lugar de aprender a destruirla comenzar&aacute; la verdadera educaci&oacute;n.