El a&ntilde;o 1904 se estren&oacute; por primera vez la obra de teatro de J.M Barrie titulada <i>Peter Pan, o el ni&ntilde;o que no quer&iacute;a crecer</i>. Cuatro a&ntilde;os m&aacute;s tarde la inquietud del p&uacute;blico por el destino de Wendy Darling, la protagonista junto con Peter Pan, oblig&oacute; al autor a incluir un ep&iacute;logo en la representaci&oacute;n. Cuando en 1911 se edit&oacute; la adaptaci&oacute;n a novela, la aventura ya era tanto de &eacute;l como de ella y la obra merec&iacute;a, adem&aacute;s de su &uacute;ltimo cap&iacute;tulo, un nuevo t&iacute;tulo que le hiciera justicia.<br /><br /><i>Peter Pan y Wendy</i> es la novela original de una obra que recorri&oacute; el siglo XX sufriendo transformaciones. Todos conocimos la historia de este ni&ntilde;o que volaba y que arrastr&oacute; a los hijos de la familia Darling a la isla de Nunca Jam&aacute;s, donde el dominio era de la fantas&iacute;a y de los piratas liderados por el capit&aacute;n Garfio. La obra no es infantil, sino para ni&ntilde;os, no evita la sangre del combate ni la muerte: le habla a ellos y eso, a m&aacute;s de cien a&ntilde;os de su publicaci&oacute;n, la hace m&aacute;gica, inagotable; como el mismo Peter Pan, se niega a crecer.<br /><br />Traducci&oacute;n de Irene Gimeno Espasa y Nicol&aacute;s Medina Cabrera