&quot;Alrededor de la Luna&quot;, publicada en 1870, contin&uacute;a directamente las aventuras narradas en &quot;De la Tierra a la Luna&quot;.<br />De la mano de tres audaces pasajeros, los estadounidenses Barbicane (solemne presidente del &ldquo;Gun Club&rdquo;) y su rival Nicholls, adem&aacute;s del vivaracho franc&eacute;s Miguel Ardan, Julio Verne narra con lujo de detalles c&oacute;mo ser&iacute;a el viaje dentro de una bala gigante, impulsada hacia la Luna por el mayor ca&ntilde;&oacute;n del mundo.<br />Sin embargo, el viaje que tiene por objetivo depositar a los viajeros en la superficie lunar, pronto se ve alterado. El encuentro con un inesperado meteoro modifica la trayectoria de la nave y as&iacute; su aventura emprende un rumbo nuevo que les lleva a orbitar nuestro sat&eacute;lite sin saber c&oacute;mo podr&aacute;n regresar a la Tierra, pero esto tambi&eacute;n les permitir&aacute; observar la Luna como nunca antes nadie la hab&iacute;a visto.<br /><br />Cien a&ntilde;os antes de que el Apollo 11 surcara su camino, Julio Verne ya aun&oacute; su narraci&oacute;n vigorosa con los conocimientos cient&iacute;ficos del siglo XIX para imaginar ese viaje asombroso, en el que recorremos junto a los protagonistas la superficie lunar, los fabulosos cr&aacute;teres y mares selenitas, adem&aacute;s de adentrarnos en la oscura e inexplorada cara oculta de la Luna. &iquest;Sobrevivir&aacute;n nuestros bravos pasajeros, o se perder&aacute;n para siempre en las profundidades del espacio?<br /><br />&ldquo;Alrededor de la Luna&rdquo; se ha convertido por m&eacute;ritos propios en una de las narraciones m&aacute;s inspiradas de Verne, aunque supeditada siempre a los conocimientos de su &eacute;poca, en no pocas ocasiones parece casi un profec&iacute;a de las cotas que la ciencia alcanzar&iacute;a en los a&ntilde;os posteriores.<br /><br />En edici&oacute;n comentada el lector moderno encontrar&aacute; la perspectiva hist&oacute;rica y cient&iacute;fica adecuada para disfrutar a&uacute;n m&aacute;s de este cl&aacute;sico imperecedero, acompa&ntilde;ada por los grabados de Emile Bayard y A. de Neuville.