Reflexiones de un Amante de la Naturaleza:  Un Libro sobre la Caza del Ciervo y del Pavo
En la juventud, solíamos dudar de las maravillas del mundo hasta que atestiguábamos algo de primera mano. Recuerdo un verano en la granja de mis abuelos en la Missouri rural, cuando mis primos y yo estábamos inspeccionando nuestra última arma de elección, una nueva gomera de muñeca equipada con un potente tubo de goma de gran alcance y un mango que albergaba proyectiles esféricos de acero.
Qué hermosura de arma era de observar, con su moderno armamento, en comparación con nuestro anterior modelo de madera que era raramente precisa. Nos la pasamos entre los tres, especulando que nada menos que un cañón obús podría igualarla. El sostener el mango evocaba visiones de abatir grandes presas como osos y leones, o de mantener una posición frente a hordas de soldados de infantería enemiga en avance.
Mientras nos movíamos cerca del camino de tierra que lleva hacia el granero para poner a prueba nuestra gomera, vimos a nuestra presa asomándose. Aunque era un viejo pedazo de chapa vertical para techos apoyada a unos 27 metros, podría igualmente haber sido un elefante toro en el Serengueti.