&laquo;&hellip; me despert&eacute; a mitad de la noche y vi c&oacute;mo por la ventana entraba la muerte&hellip; No, no se trata de una broma, no estaba dormida, se trataba de la imagen t&iacute;pica de la muerte, esa que podemos ver en las pel&iacute;culas, all&iacute; estaba con su capa negra, con su cara desencajada (&hellip;) ten&iacute;a miedo, pero<br />por alguna raz&oacute;n o alg&uacute;n tipo de conexi&oacute;n neuronal de mi cerebro, de repente el temor se disip&oacute;. Me enfad&eacute; y dije: &lsquo;&iexcl;No es mi hora, al&eacute;jate de m&iacute;, no voy a dejar que me toques siquiera con un dedo, vete, l&aacute;rgate o te tiro abajo si hace falta, pero no pienso irme contigo!&rsquo;&raquo;. Con la fuerza de sus convicciones, Lu, como la llaman sus seres queridos y sus amigos cercanos, le dio un giro a su destino.<br />Esta historia relata los obst&aacute;culos que debi&oacute; sortear una joven mujer diagnosticada de c&aacute;ncer, cuyas relaciones de pareja le hab&iacute;an devuelto solo menosprecio y descalificaciones a su amor incondicional. El calvario del deterioro f&iacute;sico y mental que ella remont&oacute; con tenacidad y constancia cuando nadie le daba respuestas ni le resolv&iacute;a las secuelas que le hab&iacute;an dejado los tratamientos a los que hab&iacute;a debido someterse. El modo en que supo recuperar las riendas de su vida poniendo su energ&iacute;a en organizar grupos de sost&eacute;n e informaci&oacute;n sobre problemas oncol&oacute;gicos, dedic&aacute;ndose a sanar su cuerpo y su propia autoestima y a explicar a otras personas cu&aacute;les son los pasos cruciales para lograrlo.&nbsp;