La Muerte es un bebedor que nos observa desde un rinc&oacute;n del bar; un tipo malacara que atemoriza desde las sombras dentro de un espacio para solitarios y decepcionados; una voz que trasmite miedo mientras rebota como un eco de ultratumba sobre paredes; un o&iacute;do dispuesto a escuchar la historia de nuestra vida: ese drama en retrospectiva que habla de los fracasos y lo imposible, del amor no conseguido, de la frustraci&oacute;n atrincherada en un vaso de wiski que cada fin de semana se multiplica hasta volver borrosa la realidad.<br />De eso trata <b><i>Un nombre com&uacute;n</i></b>, la &oacute;pera prima de Luis Fern&aacute;ndez. Una novela donde el humor desde sus personajes es una forma de refugio, el sinsentido al reconocer que el pasado ha sido una broma de la cual a&uacute;n no se diluye la carcajada.<br />Un bar es el escenario de esta acelerada historia, que acent&uacute;a el decir y actuar de sus protagonistas: un hombre maduro al que se le anuncia que su final ha llegado y la Muerte, ese ente con forma humana que recalca lo imposible de la evasi&oacute;n ante lo que suceder&aacute;.<br />La Muerte, a pesar de la leyenda de horror que envuelve su existencia, puede compadecerse de nosotros, y esta historia es una muestra de ello.