<b>SOBRE LA OBRA</b><br />Creo ser un <i>&ldquo;Carmelita in Pasionem&rdquo;</i>. As&iacute; lo afirm&oacute; el Carmelita Descalzo de Alba de Tormes, en Espa&ntilde;a &ndash;donde est&aacute;n los restos incorruptos de Santa Teresa&ndash;, en una oportunidad en que me encontraba junto a un grupo de estudiantes que hab&iacute;a llevado all&iacute; para instruirlos sobre Santa Teresa de &Aacute;vila. Le expres&eacute; al monje que no era carmelita, pero que adoraba, me apasionaba, todo lo relacionado con los Carmelitas. La filosof&iacute;a, forma de vida y espiritualidad carmelita son sumamente serias y firmes en cuanto a la conducci&oacute;n de una vida; por eso la propago dentro de los grupos de metaf&iacute;sica que Dios me permite facilitar. As&iacute; mismo lo hago con la propia m&iacute;stica metaf&iacute;sica, franciscana, del Buddhadharma, y la expresada por Krishnamurti, que sin menospreciar a las dem&aacute;s, son serias y forjadoras de gente santa. Para nuestros facilitados: lo mejor y seguro, aquello comprobado que santifica. Conducir grupos es una alt&iacute;sima responsabilidad, con Dios y las almas con que nos comunicamos; mantenerlos ausentes de la separatividad de otros grupos y religiones, lejos del fanatismo de pensar que su grupo o sus maestros son m&aacute;s que los dem&aacute;s, y sin superstici&oacute;n, no haci&eacute;ndolos creer en fantas&iacute;as inexistentes. Los Carmelitas son una combinaci&oacute;n entre los Cartujos y los Franciscanos; ambas &oacute;rdenes gozan de mi preferencia, admiraci&oacute;n y estudio, por su firmeza y sensatez. Es una vida centrada en Dios con toda sencillez, pobreza interna, consagraci&oacute;n a la oraci&oacute;n, contemplaci&oacute;n y estudio. En alg&uacute;n momento de la formaci&oacute;n de los estudiantes, busco la oportunidad de llevarlos a lugares de importancia Carmelita, como al Monte Carmelo, en Israel; a &Aacute;vila y Alba de Tormes, a los lugares frecuentados por Santa Teresa; a Fontiveros, Segovia y &Uacute;beda, para impregnarnos de San Juan de la Cruz; al Cerro de los &Aacute;ngeles y Aldehuela, tras las huellas de la Madre Maravillas; y al pueblo de Santa Teresita de los Andes, subiendo al Cristo Redentor, en Chile. Aqu&iacute;, en este libro, re&uacute;no con mucha responsabilidad, clara intenci&oacute;n, inmensa alegr&iacute;a y emoci&oacute;n interna, las transcripciones de conferencias y escritos que he realizado en los sitios Carmelitas, sobre los seres que all&iacute; se santificaron.