Desde que estaba en el vientre materno, estuve envuelta en los sonidos de los vinilos y, posteriormente, del piano que tanto me cautiv&oacute;. El sonido del alma, aquella voz interior, marcaba el rumbo de mi vida indic&aacute;ndome sutilmente cu&aacute;l era mi camino.&nbsp;<br />Creo que pocos m&uacute;sicos han tenido que lidiar con tantos problemas de distinta &iacute;ndole, muy duros e imprevisibles, como los que me han acontecido&hellip; Sorpresas realmente maravillosas e inimaginables surgen, a modo de recompensa, si somos capaces de aguantar el dolor, tener paciencia y no perder la fe en que llegar&aacute;n las soluciones, incluso sin poner nada m&aacute;s de nuestra parte. &nbsp;<br />Sufr&iacute; una gran injusticia que me oblig&oacute; a dejar Espa&ntilde;a, caus&aacute;ndome un indescriptible dolor emocional. Me adentr&eacute; en la naturaleza refugi&aacute;ndome en un maravilloso entorno en mi pa&iacute;s de origen, donde cur&eacute; mis heridas. Tumbada en la pradera, disfrutaba contemplando a los buitres leonados, unas sublimes aves a las que los humanos &iexcl;injustamente! tienen tanto desprecio y prejuicios. Mientras miraba al cielo, me sent&iacute; libre y con ganas de volver a volar alto.&nbsp;