&ldquo;Tuvieron que pasar veinte a&ntilde;os, cuatro entierros, dos matrimonios y varios pasaportes completados para que pueda hoy sentarme y contar esta historia; he debido reconstruirme varias veces e incluso coserme el alma hecha jirones&rdquo;. Esta es la reflexi&oacute;n de la se&ntilde;orita Zambrano cuando comienza a repasar su vida. Se descubre atravesada por cicatrices y con amplia sonrisa ilumina cada rinc&oacute;n de su existencia. Ella, la que creci&oacute; etiquetada como ni&ntilde;a<br />desobediente. Nacida en un pueblo de monta&ntilde;a al interior de un grupo religioso intransigente, fue adoctrinada y privada de la socializaci&oacute;n m&aacute;s elemental. Nada de fiestas de cumplea&ntilde;os ni Navidades, resignarse y orar. A&uacute;n no hab&iacute;a entrado en la adolescencia cuando comenz&oacute; a padecer abusos f&iacute;sicos y psicol&oacute;gicos de todo tipo. La se&ntilde;orita Zambrano parec&iacute;a estar<br />condenada a la oscuridad intelectual solo por haber nacido en un cierto momento y en un cierto lugar, sin embargo, conjur&oacute; lo que se presentaba como destino ineludible y vivi&oacute; experiencias extraordinarias. Con una valija marr&oacute;n, agobiada de incertezas y terrores, subi&oacute; a un autob&uacute;s y se march&oacute; del pueblo. Ten&iacute;a apenas 15 a&ntilde;os cuando decidi&oacute; dar la espalda a c&oacute;mplices y<br />abusadores y parti&oacute; hacia el mar para erigir su libertad. La ingenuidad propia de una adolescente que se siente grande la expuso a peligros inimaginables. Sin embargo, llevaba en sus manos la br&uacute;jula que hab&iacute;a pertenecido a la persona que marc&oacute; a fuego su existencia.&nbsp;<br />El relato contiene una receta que se trasmite de generaci&oacute;n en generaci&oacute;n. La se&ntilde;orita Zambrano<br />se la aprendi&oacute; de memoria. Cada cual puede cambiar alg&uacute;n ingrediente seg&uacute;n lo que desee<br />obtener. Los lectores descubrir&aacute;n cap&iacute;tulo a cap&iacute;tulo los que de ninguna manera pueden faltar. La se&ntilde;orita Zambrano los experiment&oacute; todos con mayor o menor suerte. Una ni&ntilde;a grande, una mujer ni&ntilde;a. La se&ntilde;orita Zambrano, despu&eacute;s de cada dram&aacute;tica ca&iacute;da, aprendi&oacute; a aferrar las manos que la ayudaron a ponerse de pie. Su esp&iacute;ritu curioso y una predisposici&oacute;n mental abierta a la vida la llevaron a protagonizar las historias asombrosas que regala esta historia.<br /><br /><b>Se&ntilde;orita Zambrano</b> naci&oacute; en la ciudad andaluza de Ja&eacute;n (1985). Transcurri&oacute; su infancia en las faldas de la sierra de Cazorla. Se estren&oacute; como actriz actuando en las obras de teatro <i>Picasso al Andaluz y Carmen</i> en versi&oacute;n infantil. Cuando cumpli&oacute; 15 a&ntilde;os, se march&oacute; de su pueblo. Vivi&oacute; varios a&ntilde;os en Benidorm, donde trabaj&oacute; para el mundo del espect&aacute;culo. Se mud&oacute; a Madrid y posteriormente a las islas Baleares. Recorri&oacute; varios pa&iacute;ses de Europa y realiz&oacute; un extenso viaje inici&aacute;tico por Sudam&eacute;rica. Actualmente, apasionada de la gastronom&iacute;a, amante de la literatura y las artes, apenas puede, sigue recorriendo el mundo con mirada de antrop&oacute;loga <i>amateur</i>. Cuando no viaja, divide el tiempo entre su amada monta&ntilde;a y su isla.&nbsp;<br />&nbsp;