Todos conocemos &quot;Rojo y negro&quot;, una de las novelas m&aacute;s importantes de la literatura universal, pero muy pocos son los que han le&iacute;do &quot;Rojo y blanco&quot; (conocida tambi&eacute;n como&nbsp;<i>Luciano Leuwen</i>), que ni si quiera se lleg&oacute; a publicar en tiempo del autor, sino cincuenta a&ntilde;os despu&eacute;s de su muerte en 1894. No obstante, &quot;Rojo y blanco&quot; constituye una creaci&oacute;n de Stendhal no menos sugestiva, vigorosa y ejemplar por plurales motivos.<br /><br />&quot;Rojo y blanco&quot;, a pesar de sus muchos m&eacute;ritos, nunca alcanz&oacute; la popularidad de otras obras del autor. Sin duda, porque el autor la dej&oacute; sin ultimar y corregir, sumida entre sus papeles in&eacute;ditos. Reconocer&aacute;n en ella no s&oacute;lamente esos merecimientos que hacen casi inexplicable la no menos secreta existencia de la historia de <i>Luciano Leuwen</i>, sino el trasfondo autobiogr&aacute;fico que alienta en ella.