Ella dud&oacute; un instante, mientras exploraba mentalmente su pasado. Luego se apresur&oacute; &aacute; decir sonriendo, como si le regocijasen sus propias palabras:<br />&mdash;Le reconozco. Usted es el caballero Tannh&auml;user, que tuvo amores con Venus.<br />Esto fu&eacute; en el &laquo;Select Hotel&raquo; de Avi&ntilde;&oacute;n, &aacute; las ocho de la noche. Claudio Borja, que la hab&iacute;a observado de lejos durante la comida, abandon&oacute; su mesa para apostarse junto al hall, y al verla llegar pregunt&oacute; en espa&ntilde;ol:<br />&mdash;&iquest;No es usted la se&ntilde;ora de Pineda?... Tuve el honor de que me presentasen en Madrid... Tal vez no se acuerda usted.<br />Pero ella no le hab&iacute;a olvidado, y despu&eacute;s de reir unos instantes pareci&oacute; pedirle perd&oacute;n con sus ojos por esta alegr&iacute;a espont&aacute;nea.<br />Los dos evocaron en su memoria c&oacute;mo se hab&iacute;an visto por primera vez. Fu&eacute; luego de una comida en casa del se&ntilde;or Bustamante, senador espa&ntilde;ol, que explotaba por vanidad personal las relaciones entre los pueblos hispanoamericanos. Los comensales hab&iacute;an hablado en el sal&oacute;n de sus personajes predilectos en la literatura y en la historia. Cada uno iba manifestando qu&eacute; h&eacute;roe hubiese querido ser.