El adolescente estaba de pie en una de las numerosas rocas que jalonaban esta parte de la playa. Detrás de este desorden de piedras desplomadas, se encontraba un acantilado de tono rojizo. Era allí donde prefería estar. Sabía que podía pasarse allí días enteros sin ver un alma. A solas con el mar, es fácil soñar… La Gaspesia rebosaba de aventuras.